Valores y principios de la democracia

Mucho se ha discutido acerca de que si en nuestro país se vive una autentica democracia o si es simplemente una utopía en la que estamos inmersos, en la que los principios y valores éticos y políticos de la misma se ven restringidos o lejos de lograrse.

Si bien es cierto que a estas alturas aún no se vive en plenitud, es evidente que grande ha sido el esfuerzo en el camino a lograrla, considerando que la democracia como forma de gobierno da voz al pueblo, a la ciudadanía, y lo hace participe de las decisiones de su país, de su estado, municipio o comunidad y que le permite expresar su opinión y no sólo decidir su forma de gobierno.

Diversas son las formas en las que los ciudadanos lo pueden hacer, a través de los distintos entes políticos que conforman nuestro sistema de partidos, a través de las candidaturas independientes, así como de otras figuras que contempla nuestra propia Constitución, como lo son la consulta popular o la revocación de mandato, que por cierto está próxima a celebrarse y que forman parte de los mecanismos de participación ciudadana que debidamente aplicados nos ayudan a nosotros como gobernados a contribuir y participar en la conformación de una democracia mas efectiva en nuestro país.

Además de que no perdamos de vista a la democracia como forma de gobierno inclusiva, en la que se da cabida a los diferentes grupos y opiniones, ya que también ha sido considerable el avance que en este sentido se ha tenido, en donde vemos una mayor participación de la mujer, de grupos vulnerables como los pueblos y comunidades indígenas, y se permite escuchar a todas las voces que contribuyan a influir tanto en la legislación local como nacional y que esto logre generar una mentalidad política más abierta, así como alcanzar un estado en el que se logre una igualdad y fraternidad plena, en la que se garantice el ejercicio de las libertades de los ciudadanos y no sólo hablando de esas libertades específicas como lo son la de pensamiento, de expresión, de asociación, de reunión, de tránsito, de empleo, de religión, etc., sino haciendo referencia en un sentido de la libertad democrática, que significa capacidad de autogobernarnos o autodeterminarnos y, por lo tanto, de asumir como legítimas sólo las obligaciones y vínculos que cuenten con nuestra aprobación, ya sea tácita o explícita como ciudadanos y como elemento del Estado; este sentido de la libertad que supone el derecho y también el deber cívico de cada individuo de participar en la elaboración y adopción de las decisiones colectivas que nos conciernen y afectan, y, en consecuencia, logremos ser ciudadanos políticamente activos en la vida pública de nuestro país.

Tengamos presente que sólo se es libre cuando se participa ya sea de un modo o de otro en la integración de las autoridades o en la designación de nuestros gobiernos, así como de manera directa o a través de nuestros representantes en la elaboración y aprobación de las políticas que se han de implementar.

La base de cualquier sociedad democrática está en la participación ciudadana y en la confianza en la política y sus respectivas instituciones, por lo que es de suma importancia el papel que juegan tanto ciudadanos como los partidos y entes políticos que convergen dentro de nuestro sistema político, en aras de velar por una autentica democracia, contribuyendo desde el respeto y respaldo a las autoridades electorales, como el cumplir y el ver que se cumplan los principios y valores de la misma, que rigen la vida política de nuestro país, que son el resultado de la evolución de las sociedades modernas. A fin de cuentas, la democracia la hacemos todas y todos.

Antonio de Jesús Arteaga Arreguín


Publicación de divulgación, correspondiente al primer trimestre del ejercicio fiscal 2022.

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