La idea de un reemplazo generacional en México
A propósito de los tiempos electorales y de las notas cada vez más enfocadas a mantener informada a la población sobre los próximos comicios, hace un par de días me encontraba analizando imágenes de la revista politico.mx, en donde a manera de infografía ilustra las edades de los 5 presidentes más jóvenes que ha tenido México cuando llegaron al puesto; me detengo a ver a Miguel Miramón en 1859, de 27 años, y a Roque González Garza en 1915, de 29 años de edad, y es que, antes de la Constitución de 1917, la edad para ser Presidente de la República no era un requisito; sin embargo, resulta asombroso pensar hoy en día que el mismo Miguel Miramón se sentó en la silla presidencial a sus 27 años, pero ¿qué importancia tenía entonces la juventud en la época de Miramón y González Garza que los llevó a esa posición y cómo se relaciona con la idea de un reemplazo generacional en nuestro país?
Ahora bien, lo primero que puede surgir es la idea de que eran épocas distintas, con condiciones políticas completamente conservadoras y aun con súbditos y condiciones emanadas de un Virreinato español, ahora bien, es importante analizar más allá de las condiciones ideológicas y políticas; es importante cuestionarnos qué hacía un joven como Miguel Miramón en 1859, de 27 años, dirigiendo un ejército conservador que lo llevó a presidir el Plan de Tacubaya y a ser el presidente más joven que ha tenido nuestro país, hasta la batalla con el Segundo Imperio de Maximiliano de Habsburgo, en donde finalmente fue aprehendido y fusilado junto con el general Tomás Mejía, en el Cerro de las Campanas en nuestra querida Ciudad de Querétaro.
En efecto, podemos pensar en las condiciones, en el desarrollo de aquel joven que tuvo que salir de su casa para ser militar y dirigir tropas, y, aunque en diferentes épocas, considero destacable una sola cualidad de los jóvenes de entonces y los de ahora en la política: la capacidad de comunicación, que dejando a un lado los títulos académicos no se trata de la facultad para hablar, sino de la capacidad de conseguir el poder y obtener resultados y esta cualidad era algo que se tenía muy claro, pues, las acciones políticas se veían como una oportunidad para resolver a las necesidades de la población, situación que en la actualidad se ha simulado y sobre todo forzado.
El siguiente proceso electoral será la pieza clave para el electorado más joven y es que, de acuerdo con datos del Instituto Nacional Electoral (INE), más de 15 millones de jóvenes podrán votar por primera vez en la elección de 2024. Es importante recordar que el muestreo del INE sobre la elección del 2021, señala que hubo un detrimento en la participación sobre la población de entre 19 a 29 años de edad del 57.1%, lo cual quiere decir que más de la mitad de los jóvenes no salieron a votar en el proceso electoral pasado, no sintiéndose atraídos ni siquiera por candidatos jóvenes.
Las razones son una lista interminable, pero aquí destacamos las más importantes: los jóvenes seguimos teniendo la idea de que la política surge de una hegemonía que no nos permite participar y en donde todas las posiciones están ya pactadas y, por lo tanto, no queremos mendigar posiciones que no nos harán llegar a nada bueno; la siguiente razón es que las nuevas generaciones percibimos un sentimiento de que no escuchan nuestras peticiones y propuestas y que el campo político cada vez es más invariable y limitado, cuando, en realidad, las nuevas reformas como la del Partido Revolucionario Institucional (PRI) llamada “1 de 3” para que la tercera parte de los espacios sean para mujeres y hombres menores de 35 años, apuestan a la participación juvenil de manera institucional; pero considero que la razón más latente y que verdaderamente limita la participación de las juventudes en política es que no existe un reemplazo generacional y esto significa que las candidaturas en la actualidad pasaron de ser proyectos de 3 o 6 años a ser proyectos de hasta 12 años, esto debido a la posibilidad que la propia Carta Magna señala para las reelecciones, que es un derecho que inicialmente se creó con la idea de dar continuidad a los trabajos de la administración pública, para forjarlos y marcar rumbo a las políticas públicas, pero que lamentablemente se han utilizado como plataformas de mantenimiento de los negocios de quienes encabezan estos cargos de elección popular y eso no sólo desalienta al electorado más joven, sino que lo vuelve conformista al apoyar proyectos que no presentan nuevas ideas y que bloquean este reemplazo generacional.
Los jóvenes tenemos la capacidad de presentar soluciones disruptivas e innovadoras, soluciones acopladas a las necesidades de la población y del electorado con conocimiento y contexto actual de nuestro país y así fortalecer esa gran cualidad que nos tiene haciendo política; la capacidad de comunicación y de convencimiento. Los jóvenes, siendo tan resilientes, también somos capaces de aportar en gran medida a los mejores proyectos de nación y dejar de verlo como una “cuota”, sino como algo que los partidos políticos deben atesorar y confiar en que es necesario que exista este reemplazo generacional.
Alejandra Carlota Hernández Ledesma
Presidenta de la Fundación Colosio, filial Querétaro
Publicación de divulgación, correspondiente al cuarto trimestre del ejercicio fiscal 2023.