El PRI y la LXV Legislatura

Lázaro C. Jiménez Aquino *

Después de tres años de gobierno en los que el Ejecutivo federal expresó las líneas generales de su proyecto, mexicanas y mexicanos decepcionados con el desempeño de la prometida cuarta transformación, se dieron cita en las urnas. Lastimados y agraviados por la indolencia de una agenda de gobierno que representa no un proyecto, sino los intereses y ambiciones personales y viscerales de una pequeña camarilla de políticos qué pretenden hacerse con el monopolio de la representación popular, para personificar las expectativas y sueños de nuestra nación, teniendo como banderas el resentimiento y la división.

El resultado de la elección más grande de nuestro país verificó en las urnas el mandato ciudadano por evitar la concentración de poder en una sola fuerza partidista. Un esquema de distribución de poder donde nadie lo tiene todo y la constante es la negociación como llave para arribar a consensos.

El Partido de la Revolución Institucional se fundó en un régimen protoliberal, con un marco constitucional de normas, derechos, libertades que eventualmente apoyaron la transición a la democracia. Es decir, no fue necesaria una refundación constitucional. Sin embargo, el Partido aprendió a competir en democracia, a ganar en democracia y perder en democracia. Por ello el partido entiende que oposición no es aquella que se niega de inicio a todo, ni aquella que acompaña los desatinos del partido en el gobierno de manera acrítica.

El titular del Ejecutivo se puede equivocar, es más el partido en el gobierno se equivoca, por ello la actual correlación de fuerzas es tan relevante, porque obliga a los miembros del gobierno a sentarse a la mesa a escuchar más puntos de vista y perspectiva. No olvidemos que, en política, lo que resiste apoya.

Lo anterior, expresa el principal activo de nuestro Partido, a saber, experiencia. Experiencia con la cual deseamos orientar al gobierno en turno para que tome las mejores decisiones en favor de la mayoría, pero también experiencia con la cual detendremos el avasallamiento que el Ejecutivo ha realizado sobre el Poder Legislativo, abusando del mayoriteo y la falta de experiencia de los propios legisladores de la coalición gobernante en el anterior trienio.

La división de poderes y sus funciones se pone en acto con la LXV Legislatura. Desde nuestra trinchera estamos defendiendo la continuidad del Instituto Nacional Electoral, así como la existencia y función del Banco de México; centramos nuestra atención en temas referentes a la economía nacional, el empleo, la agenda por la igualdad entre mujeres y hombres, el combate a la inseguridad y la protección del Estado mexicano frente a los amasiatos del poder público con poderes facticos criminales.

* Diputado federal y Presidente del IRH Nacional

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