La importancia de los principios ideológicos
Antonio de Jesús Arteaga Arreguín
En 2019 se cumplieron 90 años del nacimiento del Partido Revolucionario institucional, cuando en aquel entonces fue fundado por el expresidente Plutarco Elías Calles bajo el nombre de Partido Nacional Revolucionario y que desde ese momento ha sido parte inalienable de la historia de nuestro país; desde el momento de su fundación, su posterior reconstitución como Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y hasta su refundación en 1946, año en el que adoptó su nombre actual; fue el partido gobernante de México durante 70 años ininterrumpidos desde 1930 hasta el 2000, donde sufrió su mayor descalabro político, al perder la Presidencia de la República.
Lo anterior (el gobernar durante tanto tiempo) es producto de un esfuerzo colectivo e institucional y no podemos escatimar el reconocimiento al partido político, porque, durante todos esos años, el PRI fue la herramienta mediante la cual el poder encontró un cauce pacífico para dirimir sus diferencias, no por nada era llamado el partido oficial; las políticas del gobierno iban encaminadas a los ideales y principios del partido, pero algo pasó, que no supo evolucionar conforme a las necesidades económicas e ideológicas de la ciudadanía, que fue perdiendo la credibilidad y confianza en sus gobernantes y por consecuencia en el instituto político que los arropaba.
Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan elecciones libres, democráticas, transparentes y sin influencia de ningún tipo, persona o situación, que ponga en juego la confianza en los resultados electorales. Los procesos electorales representan un reto a nuestro sistema electoral, en medio de un ambiente crispado y de franca desconfianza de los ciudadanos hacia los partidos políticos, sumado a una pandemia que nos ha obligado a modificar la manera en cómo nos relacionamos socialmente y también en el cómo hacemos política.
Es indudable que nuestro sistema político ha cambiado. Hoy gozamos de mayor certeza y confianza en los resultados que emiten los órganos electorales, como el INE; pero allá afuera hay una sociedad divida y francamente polarizada y que muy difícilmente se encuentra identificada con la ideología o principios de un partido político, sino más bien ahora los ciudadanos se identifican más con los pensamientos o con los ideales de un hombre o mujer en particular; como comúnmente decimos, van más con el candidato que con el partido que representa, o incluso se ha llegado a escuchar que hay buenos candidatos, pero que la marca les pesa y eso sucede en todos los partidos políticos.
Corresponde, entonces, al PRI darle la vuelta a la página y hacer un análisis de las circunstancias que lo llevaron a recuperar la confianza de la gente en el 2012, pero, también hay que decirlo, a perder nuevamente la máxima magistratura de nuestro país en 2018 y que, incluso, lo orillaron hasta convertirse en la tercera fuerza política nacional. El PRI debe reconstituirse como un verdadero instituto político, defensor de aquellas causas sociales que en algún momento defendió y que hoy incluso son abanderadas por otras fuerzas policías; debe de implantar debidamente esa plataforma partidaria que abogue por un equilibrio económico entre el bienestar social y el capitalismo, el impulso de la cultura mexicana, la modernización del campo, el federalismo, la división de poderes, el fortalecimiento a las instituciones, la paridad de género, la inclusión de los jóvenes y grupos vulnerables, el uso de energías renovables y sustentables, el fortalecimiento de la seguridad nacional y establecer un nuevo pacto fiscal.
Y también muy importante, se deben trabajar cuadros y por ende candidatos que conozcan la ideología del partido, sus principios básicos y programas de acción. Que comulguen con esa ideología de bienestar social, desarrollo económico y fortalecimiento la democracia y que la apliquen en las políticas públicas y en el ejercicio del gobierno una vez en el poder; a final de cuentas los principios y valores de un partido políticos son precisamente los que le dan una identidad como tal.
Publicación de divulgación, correspondiente al primer trimestre del ejercicio fiscal 2019.