La participación política de la mujer

La lucha de las mujeres es la lucha por la equidad. A lo largo de la historia, la mujer ha tenido que cimentar un suelo parejo que le permita abrirse camino; ha sido una lucha que comenzó en el ámbito de lo personal, pero que permea hacia lo social y, desde luego, a la política: un escenario que cada día más tiene la presencia y visión –necesarias ambas– de la mujer, pero cuyos retos nos demandan a todos.

“Más participación política”, “enfoque de género” “políticas de igualdad de género”, todos son conceptos que hoy ya forman parte del vocabulario social; y, sin embargo, se han quedado en el eslabón de “conceptos”, cuya práctica no ha traído dividendos positivos para nosotras las mujeres, que buscamos un espacio para ejercer la política. Han traído, por el contrario, señalamientos de que como sociedad no estamos listos para entender lo entrañado y el gran arraigo que tenemos sobre el concepto de la mujer y su rol, construidos por miles de años, en rubros de lo vulnerable y emocional, mas no en la toma de decisiones.

Y no solamente se ha puesto en duda la capacidad de la mujer, sino se le ha violentado. A más participación, más violencia. Estamos rodeados de estadísticas que evidencian la clara inseguridad y vulnerabilidad que representa el ejercicio del poder para la mujer, y, en muchos otros casos, lamentablemente, el mero hecho de ser mujer ha traído al alza feminicidios en todos los estados de nuestra nación. Querétaro tiene un deshonroso primer lugar en violencia contra la mujer, y ello trae a colación la pregunta: ¿qué hemos hecho y qué haremos? En definitiva, dicha violencia sólo hace más necesaria la presencia de mujeres en la ejecución y búsqueda por y para desarrollar políticas que garanticen la seguridad de nuestro género.

La lucha de UNA mujer se ha convertido en la lucha de todas. La solidaridad femenina ha sido una bandera de fortaleza que ha cambiado el silencio de años por la voz de todas, al unísono, de situaciones que todas hemos vivido. Hemos cambiado siglos de resistencia por la acción, misma que coloca a la luz el debate y la concientización sobre la situación de la mujer. Nosotros mismas nos hemos replanteado la lucha, a través de las instituciones pertinentes para impulsar la igualdad y el respeto; y es ahí donde queda mucho trabajo por hacer.

¿¡Cuánto ha tenido que hacer la mujer por demostrar su valía!? Exigir salarios igualitarios, buscar tener los mismos espacios, más y mejores oportunidades, estudiar más, hacer más; siempre hacer más para poder equiparar la desigualdad de años. La lista de retos es larga, pero la lucha no nos compete sólo a las mujeres, sino a la sociedad entera; a los gobiernos que no solamente tienen que “llenar” espacios para mostrar un avance en la equidad de género, sino realmente hacer valer la voz de la mujer y garantizar que sus necesidades sean cubiertas.

Podríamos llevar este debate a un terreno mucho más lejano: los derechos humanos; que no plantean ni siquiera una distinción de género, sino otorgan valores intrínsecos, que tienen TODO que ver con la condición humana y NADA que ver con la diferenciación de género. Estos nos hablan de la libertad y la dignidad que se nos es otorgada como humanidad y no como hombres y mujeres. ¿Cuántos derechos humanos no son violentados en el trato a la mujer, en todos sus ámbitos?

La brecha, aunque con grandes esfuerzos, pretende acortarse, sigue lejana. La equidad de género sigue siendo una utopía.

Sandra Macías Ayala


Publicación de divulgación, correspondiente al primer trimestre del ejercicio fiscal 2021.

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